jueves, 23 de enero de 2014

Sobre Izquierdas y Derechas 

 Por Roberto Patrone Belderrain

En este año 2014 comienzan los enfrentamientos electorales, con un país dividido a la mitad entre derecha e izquierda (aunque aquellos no admitan que lo son).

A los efectos de expresar lo que deseo, pido se me autorice a dividir a la sociedad uruguaya en izquierda y derecha. A la izquierda sabemos quiénes la componen, porque ellos mismos se autoproclaman como izquierdistas, sienten orgullo de serlo y son fácilmente identificables.
Llamaré al resto, a los que no son de izquierda, derecha. Muchos pondrán el grito en el cielo, porque no se consideran derecha, parece que tienen miedo a que los confundan con nazis o “skihheads”. Hay quienes dicen “yo no soy derecha ni de izquierda, soy nacionalista”.

A otros les parece más conveniente decir que son de centro, aunque nadie sabe a qué se refieren.
Lo curioso que es que a todos ellos, la izquierda los define como “derecha” y se la bancan, así que permítanme a mí usar el vocablo derecha para designar a todos los que no se alinean con la izquierda.

En la prensa del 8/1, el presidente Mujica  dice que lo peor de su administración (en su opinión, yo tengo otra) fue que quedara empantanado el proyecto por el cual la UTU adquiría independencia de la Administración Nacional  de Educación Pública (ANEP).
“Mi mayor dificultad y mi mayor fracaso, donde no tuve el acuerdo y donde tuve el desacuerdo de una parte de la propia fuerza política a la que pertenezco...”
He sostenido en muchos artículos y programas radiales que la izquierda no podrá resolver los problemas de la Educación porque ellos mismos son el problema, y por lo tanto no pueden transformarse en solución.
Y Mujica, que no se lavará las patas pero tampoco mastica vidrio, se dio cuenta de esto, y pretendió sacar a la UTU del sistema perverso que durante décadas la izquierda fue construyendo en torno a nuestro sistema educativo, pero su propia fuerza política –a esta altura una verdadera olla de grillos de intereses sectoriales encontrados– le dijo que no, demostrando que no está dispuesta a corregir errores si esto supone perder terreno en el sistema corporativista que ha instalado.

No quiero entrar esta vez en la hipótesis de triunfo de la revolución marxista, que significa un partido único que concentra el poder político y militar, que rompe sus alianzas y somete a los demás a su dominio, estatiza a todas (sí, a todas) las empresas y a los que se resisten o hacen oposición  los manda al paredón. En ese caso no habrá más ANEP, ni cogobierno ni autonomías.  Con el poder de la fuerza el partido revolucionario hegemónico (seguramente el Comunista) sacrificará a todos sus caballitos de batalla y habrá un gobierno fuertemente centralizado y autoritario que dictará las normas de la nueva educación.

Pero no es esta hipótesis la que quiero analizar, sino más bien la contraria: ¿Qué hará con la Educación un gobierno de derecha si gana las elecciones?
O mejor dicho, ¿qué podrá hacer?
Es fácil concluir que si Mujica, con todo su ascendente sobre los “compañeros” no pudo obtener apoyo para su proyecto educativo (así como también fue boicoteado el “Promejora”, que en los contados lugares donde pudo ser probado produjo avances), difícilmente un presidente que provenga de un partido tradicional pueda impulsar las profundas transformaciones que reclama.
Pondrán en marcha la “máquina de impedir”,  movilizarán a los gremios también politizados desde hace décadas, azuzarán a la prensa (en su mayoría frenteamplista) y a los periodistas funcionales al progresismo, levantarán firmas utilizando todo ese aparato, promoverán  plebiscitos y referéndums, en fin toda la parafernalia para evitar que un Gobierno no frentista gobierne.
Esto no quiere decir que sea imposible llevar adelante un programa “de derecha”, pero el presidente que pretenda concretarlo deberá tener un  pulso fuerte, mucha convicción y el apoyo de su masa de partidarios. Tendrá que ser original e imaginativo y generar una gran comunicación con la gente. Y sobre todo mucha astucia para no caer en las trampas que le tenderá la izquierda, y firmeza para enfrentar las calumnias y las campañas sicopolíticas en su contra. ¿Tendrán los partidos tradicionales candidatos con ese temple? Habrá que buscar, entre los nuevos, los otros ya demostraron que les queda grande el saco.
Habrá, en el caso de un hipotético gobierno de blancos o colorados, que combatir también la posibilidad de una “quinta columna”: los sectores oportunistas de derecha entrelos que no ganen, que pretendan obtener votos para la siguiente elección sumándose al discurso de la izquierda (como lo hace la “ultra” escindida del Frente Amplio respecto al actual Gobierno). Lo vimos antes y después de la dictadura. Y lo hicieron los blancos y los colorados.

La derecha en este país reinaba, era dueña de todo y creyó que nadie la movía de su trono. Cuando vieron que el Frente “se les venía” pergeñaron una reforma constitucional oportunista e inmoral, creando el balotaje que pensaron condenaba a la izquierda a la eterna oposición. No concebían que el FA llegara al 50% de los votos.(¿Por qué, imbéciles, si su crecimiento era sostenido?).
En esa misma reforma buscaron consolidar el poder de las listas grandes en el escenario político modificando la Ley de Lemas, y se suicidaron eliminando mecanismos (como las cooperativas de listas menores) que generaban militancia y estimulaban a los “juntavotos”.

Después de la última elección, cuando tocamos fondo, con los antiguos delincuentes en el Gobierno, este periódico les avisó que era la hora de un frente democrático con la unión de los partidos “de derecha”. Hubo aceptación en las bases de los partidos involucrados, pero la dirigencia –como siempre arrogante y alejada de la gente– no se dio por enterada.
Finalmente surgió la idea del “Partido de la Concertación”, tardía y complicada pero mejorque nada. Y ya su propia construcción está siendo bombardeada por la izquierda.
Mucha gente se queja de que no hay una verdadera y fuerte oposición en el Uruguay, y no deja de tener razón. Lo que ocurre es que los partidos de derecha no tienen firmes estructuras de funcionamiento político, ni siquiera una real unidad de acción entre sus listas mayoritarias. Son estas como cofradías en torno a sus líderes. Y a veces se esmeran más en la puja interna por tener la mayoría dentro del partido que en hacer oposición al gobierno de izquierda. Para muchos la prioridad es mantener su espacio en la interna, y asegurar sus bancas. Y así, habrá FA gobernando o no dejando gobernar a los otros, por un buen rato.
Y el país en caída vertiginosa en todos los órdenes.

1 comentario:

  1. Muy interesante disertacion y totalmente de acuerdo en todo. Muy bueno el nuevo blog, felicitaciones y siga controversias para rato que es el unico medio que no le teme a esta manga de delincuentes que nos gobiernan con la anuencia del picherio uruguayo que parecen ser la mayoria. Saludos al equipo. Juan del Arayan

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