martes, 21 de enero de 2014

LOS “GRONCHOS” AL PODER 
Por Sergio Capelo
 (Editorial del Nº 65 del mensuario NACIÓN) 

Nunca hubiera imaginado que a esta altura de mi vida iba a ser testigo de las cosas que hoy están ocurriendo.
Con muchos años vividos, conocí un Uruguay siempre creciendo, con sus crisis pero yendo hacia adelante, su gente progresando, su pueblo culto y con un agudo sentido crítico.
Cuando un referente o un alto funcionario quedaba en evidencia por falta de capacidad o mala intención en su proceder, sabía que tenía que renunciar a su cargo. Y si no se daba por enterado sus propios correligionarios lo obligaban.
Hasta que llegó la izquierda al Gobierno. Que no cayó en paracaídas, sino producto de un trabajo de zapa que fue corroyendo nuestra sociedad tradicional, politizando y trayendo el caos a la enseñanza, que era el gran factor de igualdad e inclusión que tenía el país. En consecuencia se fueron creando los guetos intelectuales que luego fueron económicos y surgió la marginación, la nueva cultura de la droga y el delito y todo se emparejó hacia abajo.



Y la crisis llegó a ámbitos que eran sagrados  y se generalizó en la sociedad la chabacanería, la grosería, la incorrección verbal, la falta de respeto, la ofensa a las instituciones.
Llegó incluso a los legisladores (¡sí, a los hombres que hacen las leyes!), y ahora los vemos irreverentemente presentados, sin el decoro que reclama su investidura, votando leyes mal redactadas. Y la intendenta, que dice ser profesora de idiomas dirigiéndose a los “montevideanos y montevideanas”, cuando la Real Academia ha establecido que “ese tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico” y que “deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia”.
Y la pareja presidencial, la primera dama escarbándose la nariz frente a las cámaras y el presidente presentándose en un acto oficial  en chancletas, con las uñas sucias y largas, faltándole el respeto a sus propios colaboradores y al pueblo entero que debe representar.

En medio de tanta ordinariez también la burla a los ciudadanos, con total impunidad. Porque si hubo una época de impunidad es esta que estamos viviendo.
El exministro de Economía (y actual vicepresidente) ha aparecido en grabaciones de la época en que se firmó el acuerdo con Campiani diciendo que era una operación largamente estudiada, de gran profesionalismo, y que las cosas que como en ese caso comenzaban bien, terminaban bien. Y terminaron con tres procesados en la cárcel y dos funcionarios que se van salvando porque opusieron un  recurso de inconstitucionalidad que si la Justicia se hace valer no va a prosperar. Y como si fuera poco, el propio presidente del momento y actual candidato a volver a serlo, haciendo presencia en el acto de la firma, simplemente para figurar. Todos deberían renunciar, así hubiera sido en la época del Uruguay republicano, nuestro paraíso perdido.
Y quieren justificarse diciendo que fueron bien intencionados.
En primer lugar eso no lo pueden probar, y en segundo,  ellos se propusieron para los cargos que ocupan, y si ahora descubren que no están capacitados, si fueran honestos, renunciarían.
Y menos son de recibo las balbuceantes explicaciones del impresentable presidente. Dice que consultó a un técnico “grado 5” que aconsejó la operación, y que él es un paisano que no entiende del tema y confió en quien creyó autorizado, pero que los técnicos también se equivocan. ¡O sea que consultó con uno solo y se quedó con su opinión! ¿Habrá hecho lo mismo con la megaminería, el aborto, la marihuana y todos sus atroces proyectos?
No pudo haber más clara aceptación de su incapacidad para gobernar.
Y lo peor de todo es que no pagan un precio político por tanto desatino. Porque antes formaron una generación de ignorantes, sin sentido crítico, con los valores de la ética y la moral degradados, afiliados a la indiferencia para las cuestiones de la Patria y su Gobierno.
Zombis incapaces de ponerlos donde deberían estar.

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